Deuteronomio es un texto enfocado sobre grandes bendiciones. Es una declaración de amor de Jehová para con su pueblo.
Podemos leer Deuteronomio como si fuera dirigido a nosotros–sabiendo que las personas a quienes se dirigió en su primera ocasión vivieron más las maldiciones declaradas en Deuteronomio que las bendiciones prometidas.
¿Cómo entender esto? En primero lugar, tenemos que recordar que Jehová fue fiel a la promesa y la desobediencia de su pueblo fue el contexto dentro del cual él mostró esta fidelidad.
Parece fácil condenarlos diciendo que fueron merecidas las maldiciones que ellos recibieron. Se rebelaron contra Jehová, prefiriendo seguir a dioses ajenos, pero su rebelión y las consecuentes maldiciones que vivieron forman parte del camino por el cual hemos visto el compromiso de Dios con las naciones y porque, aunque nosotros no la merezcamos, por medio de la desobediencia de ellos, nos ha hecho llegar la bendición prometida.

Por su vida fiel Jesús vivió las consecuencias de las maldiciones enumeradas en Deuteronomio, para que las bendiciones deuteronómicas allí enumeradas pudieran ofrecerse a todas las naciones, a comenzar con el pueblo de Israel.