En el transcurso de nuestra jornada por el Pentateuco, estaremos fijándonos en temas de «intertextualidad», es decir, sobre cómo los textos que estamos leyendo hacen referencia a otros textos, o realidades, dentro y fuera de la Biblia, y como estos textos son utilizados en otras partes de la Biblia y fuera de ella. «Intertextualidad» es una palabra grande, pero el concepto es sencillo. Lo más importante es que nos ayuda a escuchar a Dios hablando con nosotros y con la humanidad. La Biblia es una de las formas en que Dios se hace presente en el mundo para cumplir su misión, para consolar, convocar, salvar y movilizar a personas y a pueblos, para traer bendición al mundo. Por tanto, una de las características de la Biblia, como palabra de Dios es entrar en dialogo con las palabras de la humanidad.
Intertextualidad es cuando textos dialogan con otros textos de otro tiempo y lugar, para crear nuevos significados. Aquí, el DIA de Todos los Santos, se re-interpreta en la modernidad, por la inmigración y por un equipo de futbol americano en la ciudad de Oakland, CA. ¿Qué significados nuevos surgen para modificar el significado de Oakland, de un pueblo indígena maya en Guatemala? ¿Qué significado le da a la celebración de la fiesta de Todos los Santos?
Especialmente en el caso del Pentateuco inter-referencias con otros textos de la humanidad y con otros textos de la Biblia son importantes, pero no siempre muy visibles. A la vez son más que abundantes. Creo que es imposible verlas todos. Por tanto, nuestra tarea en este curso será la de aprender a darnos cuenta que algún texto que estamos leyendo entra en diálogo con otro y prestar atención a como Dios se revela en esta interacción.
Esta semana estamos comenzando nuestra lectura del Pentateuco con la vocación de Dios para Moisés. Cuando Dios llama a Moisés, Moisés no está muy convencido. Más bien se opone y Dios lo tiene que convencer. Una de las razones que Moisés da a Dios es que «nunca he sido hombre de fácil palabra» (Ex 4:10) y Dios le responde más de una vez: «yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que has de hablar» (4:12),
Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo:
—¿No conozco yo a tu hermano Aarón, el levita, y que él habla bien? Él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón. Tú le hablarás y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré en tu boca y en la suya, y os enseñaré lo que habéis de hacer. (4:14)
Menos mal, porque no le fue fácil cuando llegó al pueblo para convencerlo de que Moisés venía con autoridad divina o a Faraón para pedirle vacaciones para los esclavos. Dios estuvo con su boca; Dios usó la boca de Aaron para decir las cosas que Moisés no podía, y Dios, que había oído los gemidos de su pueblo, hizo de Moisés un gran líder. Los esclavos fueron libertados, se fueron de Egipto y asumieron una nueva identidad — el pueblo que pertenece a Jehovah. Y Jehovah, que los compra y salva, comienza a tener una reputación. Se muestra poderoso sobre el hombre más poderoso de Egipto. Toma la iniciativa para amar y salvar al pueblo de Israel. Israel se consolida como pueblo en la medida que Jehovah los convence de que pertenecer a Jehovah es una posición privilegiada que no se ha dado a todas las naciones. Pero cuando Dios le habla de esta forma, Moisés no tiene esta perspectiva. Va a tener que esperar casi toda su vida para captar que la promesa se realizó.
Pero nosotros, al leer esta frase «yo estaré con tu boca» tenemos otra perspectiva, porque nos hace pensar en otros textos en la Biblia y podemos aprender algo sobre Dios en relación a los suyos. .
En primer lugar, cuando Jehovah le promete enseñar lo que tendrá que hablar, le dice, «¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo, Jehová?»
Son dos referencias.
La primera es al hecho de la creación. Dios es Dios y Moisés es criatura. Y el texto de la creación del mundo y de la humanidad en Gen. 1-3 es básico para la relación que ahora comienza a tomar forma entre Moisés y su creador. Dios está en su derecho si quiere usar a Moisés, y en su capacidad de dictar los términos sobre cómo lo va a usar. Podemos decir, también, que Dios le está recordando el hecho de que hizo la boca del hombre porque sabe hacerla funcionar si esta boca está presentando defectos.
La segunda referencia importante tiene que ver con el nombre que Dios usa aquí para referirse a si mismo. El no dice «Yo soy Elohim» sino dice «yo soy Jehovah». En el primer relato sobre la creación (Gen 1:1-2:3), el nombre que refiere a Dios es «Elohim» (Elohim es el plural de una palabra genérica para Dios que se usa y modifica en muchos idiomas del Medio Oriente para significar al dios que está sobre todos los otros seres divinos y creados). El texto sencillo, práctico y poético al mismo tiempo, y quiere decir que todo lo que existe es resultado de una palabra dada por Elohim.
Pero el nombre «Jehovah» sólo aparece a partir del 2:4, en un nuevo relato que parece representar a Dios como cuidadoso con la creación. Jehovah presta atención a los detalles y a las necesidades de los seres creados, especialmente a las necesidades del hombre que creó. Jehovah es el nombre de la fama que Dios se gana cuando cuida especialmente del hombre dándole comida, un lugar, una tarea y una compañera a su altura. Cuando Dios se revela a Moises, usando el nombre Jehovah, está diciendo que la boca de Moisés no es simplemente un resultado, un mecanismo, un detalle de la creación que funciona mecánicamente y puede ser arreglado. Está diciendo que él mismo va a tomar cuidado de Moisés; atenderá a Moisés para que pueda hacer la tarea que Dios le dio. Jehovah es el nombre que Dios usa para indicar que es atencioso e intencional con lo que hace.
Por esto digo que nos conviene darnos cuenta sobre cuál nombre de Dios usan los diferentes textos del Pentateuco. La opción que el texto toma de usar un nombre u otro, puede significar algo importante que debemos darnos cuenta sobre Dios.
El Dios de Moisés y Abraham y de los patriarcas tiene nombre. Tiene historia. Tiene reputación. Los nombres de Dios invocan aspectos su fama, su reputación. Esta reputación nos interesa a nosotros cuando apenas comenzamos a darnos cuenta de que este Dios está moviendo cielos y tierra para bendecirnos, para hacernos parte de un pueblo nuevo constituido por él y para usarnos en su misión. Y vemos en esta interacción de textos bíblicos cómo el significado del texto en Éxodo 4 se aprecia mejor cuándo vemos que se refiere a algo en Génesis.
Hace falta todavía darnos cuenta de que este mismo texto reaparece en otras partes de la Biblia. El caso más obvio es el caso de Jeremías. Jeremías también se asusta cuando Dios lo llama y se siente inadecuado a lo que Dios quiere hacer con él. Su primer reclamo es el mismo: «¡Yo no sé hablar!» (Jer 1:6) y Jehovah responde de la misma forma, prometiendo poner sus palabras en la boca de Jeremías (1:9 y 5:14).
Los siguientes son textos adicionales de otros momentos en la historia de Dios con su pueblo, donde Dios pone palabras en la boca de sus siervos. Vale la pena leer en su contexto Isa. 50:4; Jer. 1:9; Mat 10:19, 20; Mar 13:11; Luc 12:11, 12; 21:15. Estos textos dependen, para pleno entendimiento, de la referencia que hacen a la experiencia de Dios con Moisés. Nos hacen recordar que cuando Dios pone sus palabras en la boca de sus siervos, no sólo está haciendo algo que produce fruto y ya está comprobado. No es simplemente que debemos tener confianza en Dios. La conexión con Moisés es para que nos demos cuenta de que la vocación es para algo. Dios llama porque quiere envolvernos en su misión. Tiene en mente su pueblo esclavizado, y las naciones, para que su nombre pueda tener más fama, como libertador y salvador. Dios, cuando pone sus palabras en la boca de sus siervos, es porque viene a libertar, a ponernos a trabajar para que exista otra realidad.
Jesús prometio a sus discípulos que tendrían la misma experiencia de Moisés: «Cuando os traigan a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debéis decir».
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Timothy Halls
¿Qué dice el texto?
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