Siguiendo nuestra lectura de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento pasamos de Éxodo a Levítico.

¡Qué cambio!

Hasta ahora el texto ha tomado la forma de una narrativa.

Esta historia nos cuenta sobre cómo Jehová toma la iniciativa com el propósito de bendecir a las naciones.  Toma a migrantes (representados por Abraham y sus hijos) y esclavos (representados por Moisés y las tribus formadas de los descendientes de Jacob) y los convierte en agentes de Su misión.

Israel pasa ser un pueblo que pertenece a Jehovah (Ex 3:7; 5:1; 8:1; y especialmente 30:46)  aunque muchas veces no quiera (Ex 5:20,21; 6:9; 14:10; 17:7; 32:1-33).

Cuando la historia contada en Éxodo termina,  el pueblo ha construido un «Tabernáculo de reunión» y la gloria de Jeohvá llena el Tabernáculo.  Lo extraño es que Moisés no puede entrar.

Ahora en Lévitico el texto es más como un manual de instrucciones.  

Si Éxodo termina con Moisés al lado de fuera del Tabernáculo por que la gloria de Jehová le impedía, en Levítico comienza con Dios hablando a Moisés desde el Tabernáculo.  Tal vez este cambio de posición es la razón porque el texto de Levítico tiene otro carácter.  Es un libro de reglas.  Es el libro que merece el título «La ley de Moisés» (John 8:5; Hechos 13:39; 15:5; 28:23; Rom 10:5; I Cor 9:9; Heb 10:28).   Es una ley codificada.  Levítico casi no contiene narrativa.

¿Qué esperamos de la Palabra de Dios?   

Estos son dos formatos muy diferentes.  ¿Cuál merece más el título «Palabra de Dios»?  Mucha gente dice que busca «principios» en la Palabra de Dios.  ¿Cuál de las dos formas literarias es más propicia para que de la Palabra de Dios saquemos «principios»?

¿De qué forma esperarías que Dios comunique su voluntad a su Pueblo?

¿Por medio de historias?  ¿Por qué las historias traen pocas explicaciones?

O será que todas las historias de Génesis y Éxodo son simplemente preparación de un contexto para que podamos entender los principios en Levítico.  ¿Conocemos a Dios por medio de instrucciones?